Abrí los ojos para dejar de verte.
Ya estuve en los espejos que ensucias.
Estuve mirando las paredes que te vieron salir de tu cuerpo,
ascender rompiendo el techo con la fe a cuestas.
Esta noche llueves pero no ahogas.
Sé que no vendrá nadie que me entienda
porque cuándo vienen dejo que lo crean, y esos niños se fían.. Pero hace frío y no me apetece fingir.
Si no me quieres, búscame a alguien que me quiera.
Si no eres tú solo tú podrías encontrarlo.
Aprender a descontar.
A solas limpio el polvo del antiguo testamento,
alquimista nocturno probando pigmentos hasta que algún color sea puro y desnudo,
y no necesite ausencias ni aleaciones.
Si nadie menta la verdad detrás del ego,
los niños buenos pagan condena varias veces,
la muerte les acompaña desde el primer paso.
Cuando tu mano se cierra y el folio se estrecha, vuelvo por donde vengo pisando, corriendo con tus demonios, bailando con los lobos perdida en el campo.
El dolor es una fiesta de máscaras, yo la olvido siempre en casa, voy dando el cante por esos bailes sin respuestas.
Si no confirmo asistencia, me pasan factura,
suelo pasarme de madrugada aunque sea a rastras.
Libretas repletas de letras inconexas, intangibles para los ojos, escritas con las ojeras.
Sé que no volveré.
Este desastre mutará conmigo en una tarde de sol y brisa suave,
silencio en tu ventana cuando la bañe la luna de sangre.
Empieza a agradecer lo que te daré cuando no esté.
Sin nada mejor que hacer, talento a cántaros va por el sumidero de los años.
Se nos va la noche, la era, la vida en el suspiro que precede la tormenta,
solo queremos salir corriendo de la nada, cae la tempestad y los genios huérfanos huimos de la efimeridad enfermiza perpetua.
Puede que la finitud del humano se dé solo en el cuerpo que nos contiene, puede que el alma que nos sostiene siempre encuentre el escape a las leyes.
No puedo venderme por menos, sigo mi caminar descompasado, y recordando el por qué continuamente de todo.
No te atrevas a tenerme pena, no pienses que tengo una cura, te miro fíjamente mientras mi cerebro hace el resto, le cuento cuentos a tu mente para mojar tus bragas, no estoy curándote por dentro.
No quiero que me arregles. No me verás pasar por esos aros, volveré al desaliento, al ambriento invierno de mis ojos tempranos, no me preguntes por qué, solo abrázame y quédate pero lejos.
No me hagas decirlo.
Tengo una cruz y un talento oculto, por eso soy un fraude.
Si escarbas te jugarás la vida y pagarás la entrada, pero si pasas, algo cambiará para siempre.
Entenderás por qué siempre se van los mejores y que estás mejor si me despido con un beso dulce en tu frente.
Si me voy, es solo para que empiece a consumirse el tiempo que me queda sin verte.
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