miércoles, 3 de abril de 2019

Guerrilla



               
                                                               
Heridas con cremallera,
erratas en la línea.
No pido permiso y muto la vida de todo aquel que me abriga.
Tonteo con tus ojos chispeantes de vida,
los míos oscuros fuera del sistema solar.
No es tan divertido después de follar.
Y la vida sigue, y la guerra empieza y nunca termina.
El tiempo se nos pasa.
Esa gente sigue fuera esperando que salgas de la nube tóxica,
mientras a mí me estalla en las palmas esta mina de coltán.
Vuelvo a escalar esas montañas.
¿Y qué hago? Huyo hacía delante y me uno a los malos.
Estoy hecha de un lenguaje difuso, diamantes en impulsos por las venas negras.
Sé el secreto que todos ellos inventan, pero arrecia la tormenta y vuelvo a sentirme Dios.
Puedes ver en mí el problema y la solución.
Sólo el mal querer me saca del agujero.
Y mira que reviso mis mierdas, corrijo las faltas, pero sigo escribiendo como si leyeras, como si detrás de mi locura tú siguieras.
Porque sé que lo haces.
Nena, nadie como yo me daña y me duele.
No busques competir.
La vida me corre.
Puede que dure para siempre si te quiero solo un instante,
entonces te estoy queriendo con todo lo que soy,
con todo lo que tengo.
Tú sabes que si lo hacemos, y nos miramos,
estoy comprometiendo mi presente y mi pasado.
El pasado es fácil, solo fui la parte que te falta.
Despiertas en mis pupilas.
Te corres encima de mis dramas.
Tú me llevas a la batalla como si no lo supieras,
después lames mis heridas con labios ácidos y sal en la lengua,
y yo vuelvo, pero no es mérito tuyo.
¿Cómo me hago pasar por uno de vosotros?
Simplemente estoy fuera.
Fuera de este planeta.
Mejor no me eches cuentas en serio.
Pero estate atenta, si digo ya, tú saltarás primero.
Pasaré diecinueve días fuera de la jaula y dentro de tu cama.
Y sé que quinientas noches volveré a hurtadillas, a afilar con besos los barrotes, a mancharlos con mi sangre limpia.
No quiero mentirte. Por eso lo dejo escrito.
Te engañaré.
También te querré cuando esté lejos.
Nadie como yo en esas calles frías.
Ninguno de esos niños toca alma y hueso,
ni se mata la vida entera por tus ojos,
ningún pecho has calado tanto,
ningún otro cuerpo se abrirá igual a tu paso.
Déjalo estar.
Haz justicia y quema tus años dorados, los que pudieron ser los nuestros.
Te quiero pero no puedo perdonarte ese delito.
Olvídame. Volverás a conocerme.
               

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