martes, 12 de marzo de 2019

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Agresivamente sensible.
Abrí los ojos para dejar de verte.
Ya estuve en los espejos que ensucias.
Estuve mirando las paredes que te vieron salir de tu cuerpo,
ascender rompiendo el techo con la fe a cuestas.
Esta noche llueves pero no ahogas.
Sé que no vendrá nadie que me entienda
porque cuándo vienen dejo que lo crean, y esos niños se fían.. Pero hace frío y no me apetece fingir.
Si no me quieres, búscame a alguien que me quiera.
Si no eres tú solo tú podrías encontrarlo.
Aprender a descontar.
A solas limpio el polvo del antiguo testamento,
alquimista nocturno probando pigmentos hasta que algún color sea puro y desnudo,
y no necesite ausencias ni aleaciones.
Si nadie menta la verdad detrás del ego,
los niños buenos pagan condena varias veces,
la muerte les acompaña desde el primer paso.
Cuando tu mano se cierra y el folio se estrecha, vuelvo por donde vengo pisando, corriendo con tus demonios, bailando con los lobos perdida en el campo.
El dolor es una fiesta de máscaras, yo la olvido siempre en casa, voy dando el cante por esos bailes sin respuestas.
Si no confirmo asistencia, me pasan factura,
suelo pasarme de madrugada aunque sea a rastras.
Libretas repletas de letras inconexas, intangibles para los ojos, escritas con las ojeras.
Sé que no volveré.
Este desastre mutará conmigo en una tarde de sol y brisa suave,
silencio en tu ventana cuando la bañe la luna de sangre.
Empieza a agradecer lo que te daré cuando no esté.
Sin nada mejor que hacer, talento a cántaros va por el sumidero de los años.
Se nos va la noche, la era, la vida en el suspiro que precede la tormenta,
solo queremos salir corriendo de la nada, cae la tempestad y los genios huérfanos huimos de la efimeridad enfermiza perpetua.
Puede que la finitud del humano se dé solo en el cuerpo que nos contiene, puede que el alma que nos sostiene siempre encuentre el escape a las leyes.
No puedo venderme por menos, sigo mi caminar descompasado, y recordando el por qué continuamente de todo.
No te atrevas a tenerme pena, no pienses que tengo una cura, te miro fíjamente mientras mi cerebro hace el resto, le cuento cuentos a tu mente para mojar tus bragas, no estoy curándote por dentro.
No quiero que me arregles. No me verás pasar por esos aros, volveré al desaliento, al ambriento invierno de mis ojos tempranos, no me preguntes por qué, solo abrázame y quédate pero lejos.
No me hagas decirlo.
Tengo una cruz y un talento oculto, por eso soy un fraude.
Si escarbas te jugarás la vida y pagarás la entrada, pero si pasas, algo cambiará para siempre.
Entenderás por qué siempre se van los mejores y que estás mejor si me despido con un beso dulce en tu frente.

Si me voy, es solo para que empiece a consumirse el tiempo que me queda sin verte.

             

viernes, 1 de marzo de 2019

Lady Heroína.

Tenía la mirada iluminada y los aires de superioridad.
Las manos hambrientas y la lengua dudosa.
La noche que la vi me habló de infiernos y drogas.
Me dejo tiritando con su show suntuoso y sus escenas de cama.
Pájara sobre la rama más alta,
revoloteando caliente en la barra de acero de aquel bar.
Lo que quedaba de aquellos hombres se limpiaba la baba
y carraspeaban sus gargantas mojadas con whisky de garrafa.
Aprendió a escapar de madrugada cuando le da por recordar.
Y si el drama la empapa le da por rezar bajo la cruz de la farmacia.
Era bruja.
La ruina de su sangre,
pues con nadie se dejaba casar.
Ella estaba por alguna parte, haciendo llorar a su padre, recostada sobre la entrepierna del viejo capitán.
Con el espíritu pintado blanco cocaína, risueña por estas calles la han visto huyendo del final.
Tres de la tarde.
Fotos suyas saliendo del portal.
Labios hinchados, gafas oscuras y discretas, caminar de modelo, sonrisa de matar, amapolas en sus arterias, en su falda restos de semen, en su rostro ardiendo las mismas ganas de no cambiar.
Desde las alturas mientras en su salón se viene y se va, siente que no quiere dejar de fallar, vacilar al destino, prenderle fuego a toda posibilidad, ir ciega hasta el borde y sin despedidas fingidas saltar.
No quiere cura. Ella vino a gestar sus crías, vino a expandir su plaga.
Ella deja a los hombres sin aliento,
los deja llenitos de miedos,
ninguno aguanta mirar esa cara.
Pandora vuelca sus virtudes mientras al aire abre las sábanas de su cama.
Nacida del affaire divino de Medusa y Dionisio.
Genera guerra y los designios del conquistador.
Aún por aquí todos dibujan su nombre, y todos la olvidan bajo prescripción.
En la puerta de los baños que manchó de locura y sexo,
aún sigue limpia su inscripción.