Desfoga la decadencia.
Curada de espanto,
descarnada,
más cruda y desnuda volveré sobre las huellas que ahora piso.
Te tacharé de infame, te veré tras el cristal y te pondré en primera fila entre todos mis demonios mirándome de frente.
O si quieres te llevo lirios cuando llegue febrero, si quieres me vacuno, y me mantengo inocua a tu recuerdo.
O bien le pongo tu cara a cualquiera que juegue conmigo,
sabiendo que ese juego es nuestro,
que ese juego está en tu cabeza, lleva tu piel y tu marca.
Reventarnos o aprender a volar, acelerar y burlar a la parca.
Te echo flores,
te quito la corona de espinas y te pongo medallas.
Por cuatro monedas, yo te niego tres veces.
Te regalo un llanto.
Te agarro del pelo.
Te guardo un silencio.
Te canto un bolero.
Si quieres te espero en el borde, si tardas muriéndome.
En la azotea elíptica del tiempo bailando sobre la cornisa 6-6-6
Si quieres me imputo y me condeno, me pongo los grilletes, y luego con más calma mientras cuento los barrotes me invento una trama.
Puedo vender el alma,
puedo liarla, meterla de tres sin mirar,
amenazarte, hacerte llorar, incluso bloquearte de facebook e instagram.
Mira, si quieres te quiero, muevo yeyo, me como una manzana dos veces por semana sin ganas de comer.
Te parece si te escribo algún disparate,
si me toco pensando en tu coño,
en tu culo y tu escote,
o mejor me desdudo y voy a buscarte.
Tan solo me quedan
síndromes de abstinencia,
adicción a los suspiros a centímetros de tu boca,
cefalea, taquicardia,
un lirio en mi almohada, frío en la ventana,
una mirada tatuada en el alma.
Me dijiste no dejes nada que ahora sientas para mañana.
Aqui no hay inocentes.
Sólo enfermos mentales separados, juntos locos felices.
Tú y yo habríamos firmado ese contrato miles de veces.
Tan solo consumirnos en una cama.
Como Tangana apostarnos la salud, el orgullo, la pasta, la vida..
Por un puto síndrome de estocolmo.
Y lo sabías. Y lo hacías más divertido y adictivo cuanto más loco.