Me va a estallar el pecho.
Maldita gravedad, maldita filia al fuego.
Detroit en la vena, vivo poesía, respiro navidad,
el Bronx por las paredes y en la mirada.
Capaz de ver arte en el desastre.
Arte por todas partes.
En la ruina del humano, lo mezquino, en el desquicio.
Llevo adiestrado un fénix de fuego entre las manos, el perro de Diogenes, Anubis ladrando.
Te pongo los cuernos con Bukowski. Todas las noches solo por amor al arte. En los baños de un tugurio sexo sucio, y desinfectante. Lo hago de escándalo, mi vida, yo sólo estoy creando.
Tú dame fuerte, tú dame algo.
Todo es arte menos lo que no hace fluir, y no puede ser influido. Eso es vacío.
Brooklyn por las calles, vicio en forma del ruido de tacones y el rastro del perfume de una puta en el aire.
Locura.
El puto Joker envolviendo en llamas toda la ciudad mientras está partiéndose el culo con alevosía en la cima observando su obra, sin maldad, por diversión, pleitesía a su locura. Un baile erótico, psicópata y genuino.
Va, sube hasta aquí y ríete conmigo.
El mesías y Maria Magdalena, en su última cena, entregándose a todos los pecados en secreto. Los siete pecados capitales en una cama en el puto nombre de Dios.
En esta cama vamos a escribir la historia del mundo.
Desde aquí vamos a hacernos con todo, a gritar que lo queremos todo,
que Dios no puede evitar que mañana la materia nos convierta en polvo.
Es por eso, encanto.
El bien y el mal, la química y la física.
Mala hierba, mala baba. Una calavera. Bandera negra. Marea alta. Malamanera.
Tengo la mirada del que no va a volver.
Te juro que no vuelvo. A tomar por culo, que me estalle el pecho y que sea rápido.
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