Hay un milagro dentro de una habitación a oscuras.
Una premisa, los almendros sonrosados. La llamada.
A menudo glorifico el momento de navegar.
Todos los mares bajo mi existencia. Perder de vista el desierto y surcar.
La melodía.
Frenesí. Locura. Despertar.
Recuerdos de vidas pasadas, cuando permanecía en vuestra pleitesía, calles, andenes, avenidas. Ese ritmo palpitante por las arterias del mundo. Ese silencio dentro, tanto ruido fuera. La llamada.
Volvió un Dios con un milagro entre las manos, y me entregó la llave de los mares, me dijo, no hay vuelta atrás. Ahora a mis espaldas el océano se traga la tierra, y todo lo terrenal, sobrevivo sin prisa, sin llegar tarde, en calma y soy mi propio Dios desde entonces, al que me encomiendo y bendigo, tengo mi código de honor y mi ley son las estrellas y el sol.
Tengo un milagro en una habitación.
Lo tengo en la cabeza, me gusta jugar con él, hacer malabares, prenderlo en llamas y jugar a lanzarlo lo más lejos, después salgo a cubierta a observar, porque nada es perenne por mis ojos caducos.
Tengo mis sentidos desarrollados y mil artes ocultas, hablo lenguas muertas, bailo con los dioses, me lleno la boca de uvas, practico yoga con Buda, bebo té árabe, mastico peyote, con mis brujas elaboro brebajes, descubro la cura contra el cáncer, práctico vudú con chamanes africanos, compito en artes marciales, desarrollo doctorados, hago ritos, festivales, funerales mexicanos, me dejo entrevistar por Sócrates, entrevisto a Lola Flores, pongo a prueba a Freud, y le presento al Joker, juntos hasta las tantas se revientan las sienes, Camarón me llora, canta una saeta en proa y me tinta las aguas de rojo pasión, no tengo mapa dentro de esta botella de ron, de guía mi madre Andrómeda y mi padre Poseidón, conozco el fin del mundo, yo estoy allí como Sparrow.
Ya llegará, y me tendrá que ver de frente. Yo guardo el milagro en una habitación.
Llevo la mano de los dioses en el pecho.
Estoy hecho de ellos.
Yo tengo el futuro en una habitación.