domingo, 7 de enero de 2018

Tengo una cruz

Tú no estás aquí..
y se me hace de noche,
puta saciando su hambre,
robando marfil y aprendiendo latín.

Las verdades que más duelen me las digo yo.
Todas nuestras mentiras contienen verdad sagrada y bendita.

Perdición. Religión.
Introspección. Sé que no estás pero te cuelas en mi imaginación.
Que la fe no te traicione.
Rezaré por ti.
Dime ¿qué cielo quieres ver?
Que lo vea yo.

Un giro repentino.
Matar al asesino.
Te enseño violencia pacífica.
Me acaricias con tu mano aunque la muerda.
Prenderle fuego a mi ruina artística.
Ratas y leones. Rituales.
Cuarteles de invierno.
Jardines árabes. Incendios lunares.

A penas me queda fe pero tengo sangre maldita tronando.
No me queda tabaco pero tengo una cruz y un pecado crepitando.
Unas cuantas deudas con el destino.
Deudas que no se pagan con dinero.
Deudas que sé que cobraré cargadas de impuestos.

Hablan de euros y no saben nada. Si esa mierda es euro, esa mierda es falsa.

Yo te he visto mil veces pero no me suenas.
Estoy bebiendo mucho pero no me llena.
Si vienes a buscarme tienes un problema.
Te pongo buena cara pero no soy buena.
No soy buena.

martes, 2 de enero de 2018

La persistencia de la memoria.


       

Esto del amor es un disparate
o dispárate.
Siempre me pilla en mal momento, me pilla a medio camino entre el tedio y la redención.. casi medio durmiendo,
y a destiempo.
Siempre quemándome las yemas, siempre de noche abrazada a alguna canción, desarmada y real, sin miedo y sin excusas, en medio de un circo.
Que comience la función.
Que abran el telón y enciendan las estrellas.
Señoras, señores, la mujer maravilla.
Se escuchan tacones.
Enmudece todo el mundo.
El reino de los cielos encarnado en una boca que sonríe, porque sabe cómo mandarnos al infierno directa e inevitablemente. Color infierno en sus labios.
Y yo lo veo sostenida por psicóticos. Como lejana y despistada pero está ocurriendo en mi salón.
Yo que me había tatuado las razones, que luego lo olvido todo.. y tú me llevas a escuchar sirenas, escucho de tu boca mi nombre, y de tu mano como las uvas y sirves tú el vino.
Justo en ese momento pienso en el momento antes de entrar y me imagino dando media vuelta, y echando a correr.
Te veo y me coloco. Estoy en esa espiral en la que no hay principio ni final, solo cuando te vas se vuelve todo lineal, horizontal. Todo deja de flotar.
No sirve de nada hacerse el loco, o cerrar un gran portón de mármol entre yo y el mundo. Siempre logra traspasar el alma la carne, como una hoja muy afilada se abre paso entre ruinas y logra transformarme el sistema nervioso central,
y desviar la mirada que tengo siempre puesta solo en mi.
Y soy tan yonki y tan masoca y tan enferma mental que me dejo llevar por esa sensación y en el sofá me clavo yo esa hoja, te quito de las manos la daga y me hago el harakiri delante de tus ojos.
Sólo que no lo ves.
No te permito ese placer.
El amor me hace rabiar. Esa paz que se siente cuando se está con la otra persona me produce pánico. Despierto todas las mañanas con ganas de vomitar. Como una resaca emocional que flipas.
El amor me da miedo. Pero un miedo que me gusta, que me engancha y me influye.
Y yo no soy muy de amor con nombre y apellidos, me gusta amar en general.
Yo solo he bailado sexo, a veces rock, a veces tango, y luego supe que hay cuerpos que estaban hecizados. Embrujados.
Yo solo quise jugar y me somaticé.
Con cuchillos uno no debe jugar, ni con veneno ni con la droga.
Y hay personas que son droga muy potente.
Es droga dura.
Soy como el bohemio de turno que enmudece por la emoción observando los relojes de Dalí, el movimiento de sus formas, geometría, armonía, el brillo de un concepto único y elemental que tiene tantas capas y capas detrás, un engranaje de pensamientos que llevan a un significado, obvio como un sol de la verdad vestido de colores.
Y no puedo moverme cuando todo esto me estalla en la cabeza.
Así estoy yo cuando te observo ahora en frente de mi, mirándome.
No puedo evitarlo, y sujeto mis manos y me muerdo los labios. Miro tu piel y quiero acariciarla y herirla, amante y enemigo. Me vuelve loca con un gesto, me vuelve loca cuando no me conviene, loca si te mueves encima mía, si recitales de poesía loca perdía..
Estoy muy mal. Yo no estoy bien.
Y no puedo evitar que esa parte oscura y helada de pensamientos "negativos", escapistas y huidizos irrumpan en mi.
A veces añoro vivir de una forma más ingenua y primaria, sin pensar, me gustaría vivir cegada, y simplificar.
Los pensadores somos unos insatisfechos crónicos.
Y así es que nos hacemos hijos de puta al final.
No sé.
Solo sé que mientras tanto lo disfruto, con todo, tú no dejes cerca una pistola o un billete de ida al punto más lejano del mapa, por si acaso, amor, que me conozco.